domingo, 30 de diciembre de 2007

¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO 2008!!!


A todos los que me acompañan afectuosamente con sus comentarios, Muchas Felicidades.

jueves, 20 de diciembre de 2007

Dos

Mi piel se vuelve arena mansa/
playa serena/

tu mirada oscuridad de oscuridades/

nuestro aliento es viento
arremolinado contra las rocas/

tu cuerpo
mar embravecido/
avanza y retrocede sobre esta playa
con ritmo acompasado/
lame/
acaricia/
araña/
subyuga/
domina/

ir/venir/ aquí/allá/
cerca/lejano/ lento/veloz/
así…así…si…

domingo, 9 de diciembre de 2007

Ausencia

El fin de la jornada me sorprende a traición/

Los restos de tu presencia
se hacen carne lacerada/
veneno que lame mis heridas
en la soledad más apremiante/

cómo inculcar a mi afiebrado entendimiento
qué tu abandono será eterno/

El placer se pierde
entre las sombras despiadadas
de esta noche sin fin/
donde tu vivaz existencia
se vuelve desgarradora privación/

domingo, 25 de noviembre de 2007

Sospecha

Censura tu mirada
que sin recato
con recelo/

indaga cada gesto/
cada quejido/
del encrespado deleite
del galopar voraz de los sentidos
de la ansiada entrega/

buscando/
indagando/
con disección ofensiva/

la señal reveladora
del gozo plagiado
sinfonía inconclusa/

que justifique
tu perverso/
indecente placer/

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Señales

Los cabellos se erizan
serpentean/ ondulan
enmarañan/ hechizan

Los ojos se dilatan
oscurecen/ tiranizan
turban/ condenan

La boca envenena
incinera/ bestializa
vulnera/ transforma

Las manos aprisionan
doblegan/ enajenan
martirizan/ sofocan

El cuerpo se rebela
rechaza/ enfrenta
domina/ doblega

Señales
transgresoras/ obscenas
lujuriosas/ libertinas
deliciosas

lunes, 5 de noviembre de 2007

Amantes

Acabas de partir, y ya tu ausencia es un cuchillo de doble hoja, que lacera y quema mi alma.
El sueño no llega en esta noche que es más noche, el frío más frío, mientras mi cuerpo busca sin encontrar, y en la búsqueda me desgarro como una cartulina seca, me vuelvo sombra de mi sombra, retazos que se retuercen sobre ésta cama que ahora es sólo mía, pero que fue nuestra, punto de encuentro de nuestras ansias y también punto de partida. Me abrazo entonces a tu recuerdo, te acaricio con caricias de olvido y te lloro con lágrimas secas.

Mañana, cuando el milagro vuelva a repetirse, arriesgandote al anatema de los otros, vendrás a mi encuentro. Te dejarás acariciar, besar, acunar y con la suma de tus sentidos y los míos, nos quemaremos con besos de lava, nos desgarraremos con mordidas brutales, explorando con lenguas de fuego cada centímetro de nuestra piel, cada recoveco público o privado, espiándonos, mostrando indecorosamente, mientras jadeamos como animales agotados, para hundirnos en ese acto descontrolado, placentero, donde no habrá vencidos, sino vencedores.

Cuando el placer se agote como nuestros cuerpos, te miraré vestirte, alejarte de mí y en la sonrisa del adiós te veré casi niña, dulce, inquieta, pero con un dejo de malicia, de lujuria apenas contenida. No habrá lisonja que pueda retenerte y te alejarás de mí hacia tu otra vida, ese espacio privado al cual no pertenezco.
De nuevo envuelta en mi soledad, me dejaré llevar, sacudir por mis temores de perderte, y tu ausencia volverá a ser un cuchillo de doble hoja que lacera y quema mi alma.

miércoles, 31 de octubre de 2007

Entrega

Fue apagándose la tarde
cómplice necesaria/

sobre el diván tu sombra descansaba/

tu espalda
desnuda blanca etérea

tu mirada
azul sutil inquieta

tu roja boca
de atrevida elocuencia/

cartografía lujuriosa
espacios donde claudico
naufraga mi actuación
me rindo

viernes, 26 de octubre de 2007

Vos y yo

La noche estaba tibia, cómplice.
Vos y yo avanzando por las calles oscuras del barrio. A metros de tu casa, bajo los frondosos paraísos te detuviste, me miraste, algo murmuraste que no llegué a comprender, creí percibir un temblor en tu cuerpo, un brillo distinto en tus ojos y fue permiso.
Tu boca y la mía estrelladas en medio de la noche.
Fue el inicio de algo que luego se repetiría en tu cuarto, con los testigos ciegos de tus muñecos mirando desde las repisas, tus fotos, tus cosas.
Manos ansiosas, bocas ávidas, buscando, descubriendo, repasando cada línea, cada arista, cada curva; el aliento quemando sin quemar, la piel erizada y los deseos expuestos hasta el delirio.
Luego en el colegio, vos y yo, sólo compartiendo, hablando, riendo como otras.
Nada y todo en el secreto compartido.

martes, 23 de octubre de 2007

Limpieza

Vacío los cajones de mi cuerpo
arañando las últimas migajas/

allí te encuentro
entre tarjetas amarillentas/
flores secas/ pañuelos sollozados/

desde la fotografía/
tus ojos me repasan/
tu boca me sonríe/

no me pides perdón/ ni das olvido/
mi sexo abandonado te recuerda/
mensajes invisibles te reclaman/
mientras la limosna de pasión
no llega/

martes, 16 de octubre de 2007

Sueños

I
El sol de otoño
en el domingo agónico
busca sus sombras

II
Onda del mar
amorosa caricia
peina la playa

III
Pasan las horas
y deambulan la noche
sueños perdidos

IV
Buscando señal
indago tu mirada
reveladora

V
Llora ese cielo
alumbran los relámpagos
charcos dormidos

martes, 9 de octubre de 2007

Reto

Te desafío
a cortar la enredadera de mis piernas/
que aferrada a tu cuerpo
se nutre de tu esencia/

a olvidar para siempre
la fragua incandescente
de mi vientre/
donde se funde tu fálico destino/

Te desafío
a borrar de tu boca el sabor de mis pechos/
que amamantan
tu sed incontrolable
de ternura/

a ignorar el sonido agonizante de mi boca/
el auditivo placer del íntimo
gemido/

Te desafío
a limpiar de mi mirada tu memoria/
ninfa opresora
hechicera de místico lenguaje
trasnochada/

a apartarte de mis manos osadas
invasoras/
que en un irremediable
asedio/
recorren los accidentes de tu cuerpo/

Te desafío
simplemente/ a prescindir/ de mí/

miércoles, 3 de octubre de 2007

Eclipse

El eclipse se anunciaba en el aire de la mañana.
Se abrieron las ventanas de su cuerpo empujadas por el viento cálido del verano, y lo vio llegar con su andar lento, seguro, marcando a fuego los caminos que lo llevan a su casa.
Cerró los ojos y su perfume llegó hasta ella, encendiendo cada centímetro de su piel.
Ahora, lo presiente avanzando, mientras inquieta y dócil, tiembla presagiando el encuentro.
Recorre palmo a palmo cada espacio, cada curva, cada escondite de su casa, que es también la de él y ella decide no oponer resistencia a su impetuosa invasión
Nota la fuerza inesperada decidida a arremeter contra todo lo que se rebele inútilmente a su decisión, y luego lo siente subiendo lentamente, escalón por escalón, la blanca y mórbida escalera que lo llevará hacia arriba, hacia la gloria donde ella espera.
El desliza su mano por la barandilla rozando apenas la blandura humedecida, y un palpitar inquieto la sacude involuntariamente.
Todo se convierte en un encuentro concertado, y lo recibe y acompaña en todo el recorrido de sus ávidos sentidos.
No hay freno ni limitaciones a la búsqueda de espacios comunes, y cuando no queda extensión alguna sin descubrir, el eclipse carnal se completa.

miércoles, 26 de septiembre de 2007

La Mancha

No le era fácil comprender lo que le estaba pasando.
Se había recostado en su cama casi de madrugada, después de haber vagado toda la noche por el suburbano, bajo una molesta llovizna que le camuflaba la pena y el llanto. Se sentía afiebrado y dolorido por dentro y por fuera, un desgarro de sus entrañas cansadas, de tanto y tanto abandono.
Muchas veces pensó que no tenía sentido esta amargura por la que se dejaba invadir, esa sensación de desgano total, de desamparo que su relación con Marina le provocaba. Había querido dejarla varias veces, pero todo era inútil, ella lo envolvía como una telaraña sin reparo alguno, sin darle ventaja, sin sosiego ni piedad.
En varias oportunidades –con rencor- la comparó con una especie de araña, que no recordaba como se llamaba, pero que había visto en un documental. Una araña que atacaba a sus victimas inmovilizándolas con su veneno, para luego colocar sobre el cuerpo inerte, su carga de larvas prontas a invadir el interior, en busca de alimento.
Eso se sentía él, un alimento que daba vida, un alimento pronto a ser consumido, aniquilado, útil para el otro pero inútil para si mismo; el era un buen samaritano, el comodín en la soledad de los demás, un ser cándido ante la astucia y el abuso.
Sabía que no debía esperar nada de ese su bondadoso gesto de entrega, sólo la esperanza de una vida ficticia, de una vida que no era la suya, sino la cómoda respuesta para alguien, que no valoraba su dedicación.
Se encogió casi tomando la posición fetal, una postura que lo resguardaba de lo exterior, de lo que sentía una amenaza. Recorrió con la mirada su pequeño cuarto, esas paredes descascaradas y oscuras que guardaban otras historias, otros dolores o alegrías; y se detuvo en el techo, en esa mancha negra en una de sus esquinas, que alguna vez le había llamado la atención.
Se sorprendió porque creyó que no estaba en el lugar de siempre, tal vez un poco corrida hacia la ventana y más oscura, o tal vez ni lo uno ni lo otro, sino su mente jugándole una mala pasada.
Cerró los ojos, se acurrucó aún más buscando alivio y se dejó invadir por un tremendo deseo de dormir, de dejar que el tiempo pasase, y todos los pensamientos tristes se esfumaran con el sol de la mañana.

El día había llegado, se dio cuenta por la claridad que se filtraba entre las rendijas de la persiana. Ahora el cuarto parecía distinto, más amplio, más claro, y hasta el deterioro de las paredes no se notaba, aún la mancha del techo parecía no estar.
Quiso estirar su cuerpo, mover las piernas y sintió que no le era posible, que algo se lo impedía. Creyó que serían sus ropas apretadas con las que se había dormido, por no tener la noche anterior deseos de quitárselas, aún sabiendo que estaban mojadas y pegadas a su cuerpo, o quizás el exceso de abrigo, pues ya se había dado cuenta que era imposible dormir con esa frazada tan gruesa que Marina le había regalado, que más que abrigarlo lo aplastaba.
Mover sus brazos se le hacía imperioso, desesperante, al igual que su pierna derecha que sentía en mala postura, pero no le era posible. De súbito se llenó de terror, creyendo que había sufrido algún tipo de ataque mientras dormía, pensó en gritar hasta ver si algún vecino de las otras habitaciones lo escuchaba o bien esperar por si se trataba de algo pasajero.
Se dejó estar, mientras sus ojos se detenían en el punto que ocupaba la mancha oscura del techo, que no pudo hallar.
Trató de convencerse que la luz del amanecer distorsionaba todo, y se dio cuenta que volvía a mentirse como lo había hecho siempre, a negar la realidad por miedo, timidez o por quién sabe qué.
Lentamente bajó la vista por la pared hasta llegar a los pies de la cama, y de allí a sus piernas, su abdomen y a la mancha negra, quieta, pegajosa y palpitante que lo miraba sin mirarlo aferrada a su pecho.
Quiso gritar y supo que no podría hacerlo nunca más.
Cerró los ojos, se hundió en un abismo insondable, y la sonrisa de Marina se dibujó en el aire.

sábado, 22 de septiembre de 2007

Soledades


Te asomaste a mi vida furtivamente/
para no despertarme del sueño
te recibí como a una sombra
como al silencio
como a la pena
que llegan sin aviso/

Desalojo de la soledad/
dolor doblegado
ante la intensidad de tu presencia/
brote fresco en medio del invierno/
soplo tibio ahuyentando las nubes/

Sueño efímero/
escarcha
viento helado
marcan tu ausencia/
las nubes
gotean sobre mi
su llanto de abandono/
que se escurre hacia la nada
junto a tu esperma

Y yo
arrullo soledades

Desamparo


Los dedos sin quererlo/
quedaron enredados
en el juego sutil de las caricias

Los besos se perdieron/
en una maraña insinuante
de cabellos inquietos

Los suspiros se camuflaron/
imprudentes/
entre la brisa que agitaba
la llama

Los cuerpos se entregaron/
al desamparo
de la lujuriosa desnudez

Eternidad


El miedo se nos pega a la piel
como un paño empapado
cerramos los ojos
el dolor se desliza en gotas

Duele la mano que acaricia
mientras arranca la piel a jirones
el pecho se agita conmovido
y escapa el último grito

Todo es un fin que se aproxima
la eternidad
es un punto que congrega.

Escapar

El domingo agoniza, y el miedo comienza a chorrearle por el cuerpo, despacio, despacito, así tan lento como se va escurriendo el sol, detrás de los lejanos edificios.
Qué extraña conexión se establece entre ese atardecer igual a otros, y el desenfreno de su pena que la invade inexorable, mientras el demiurgo cruel y despiadado, entreteje una trama siniestra de locura, miedo y oscuridad.
Las manos se le elevan como palomas asustadas y se cubre los ojos, mientras un desenfreno de ideas invade sus espacios.
El ojo azul que se mece de su cuello, talismán ajeno, no puede apartarla del destino del que busca escapar.
Mira la profundidad engañosa, que se ondula como olas, como el andar voluptuoso de una serpiente, como la arena deslizándose sutil, médano abajo, y abre sus brazos en un vuelo único, irrepetible, reparador.
El aire, como cuidadoso amante la envuelve en un manto sedoso, y la acuna, la acompaña, en el breve, brevísimo vuelo nupcial.
A lo lejos, una sirena deja escapar su angustioso alarido.
El ojo azul, asombrado, mira el cielo teñirse de fuego con las últimas llamaradas del sol, y a la gente arremolinarse curiosa, junto a la sombra desarticulada, que se recuesta blandamente sobre el enlutado pavimento.